Psiquiátrico Barrow Gurney

El hospital psiquiátrico fue uno de los pioneros en implantar terapias como el electroshock. Contaba con numerosas instalaciones para los pacientes incluyendo lugares residenciales.

Frente de Somosierra

Nos acercamos a un paraje en el que se vivió una de las primeras batallas de la Guerra Civil.Recorremos el frente en busca de bunkers, trincheras y cualquier vestigio que pueda quedar.

Château Noisy

Este impresionante palacio construido por una familia noble francesa, yace hoy totalmente olvidado. Nadie recorre sus innumerables estancias ni sube por su impresionante escalinata.

Preventorio abandonado

Interminables pasillos y terrazas recorren este inmenso edificio donde antiguamente se suministraban tratamientos contra la tuberculosis a niños y adultos.

Valdegrulla

Valdegrulla es uno de los innumerables ejemplos de despoblación de nuestra península. Abandonado en 1997 dejá atras una interesante historia y un gran ejemplo de arquitectura popular.

3 de noviembre de 2015

Cripta de Namur

Este reportaje lo dedicamos a un lugar que nos impresionó profundamente cuando lo visitamos. Sin duda tiene uno de los ambientes más terroríficos en los que nos hemos encontrado. Pocas veces se tiene la oportunidad de entrar en un lugar tan siniestro y triste al mismo tiempo: la cripta del cementerio de Namur.
  La razón de ser de un lugar como este era la necesidad de muchos cementerios de dar cabida a más sepulturas durante el S. XIX. El mayor ejemplo de ampliación de cementerios son las catacumbas de París, pero en este caso nos encontramos ante una cripta más pequeña con una historia propia.El origen de esta cripta lo tenemos que buscar en otra cripta. Cerca de Bruselas, en Laeken, se construyó en 1878 una gran cripta de múltiples galerías para aumentar notablemente la capacidad del cementerio. La idea se tomó de las criptas existentes en España, Portugal o Italia, siendo este último un país famoso por sus numerosos osarios, criptas y construcciones funerarias.  

Siguiendo el modelo de Laeken en 1885 se construyó la cripta del cementerio de Namur. Se convertiría en la cripta más grande de toda la Región Valona. En este caso se trata de una cripta de 3 galerías con forma de T y con una capacidad de 400 sepulturas en cada una. Las dos galerías que conforman el trazo horizontal de la T se corresponden con una calle del cementerio, donde se sitúan las lápidas de los enterrados en la cripta. De esta forma los familiares podían ir a visitar a sus difuntos sin necesidad de bajar a la cripta. El trazo vertical de la T sí que se pensó para recibir visitas, ya que en esta zona las sepulturas sí que fueron atendidas por los familiares de los difuntos.

Pero pronto aparecieron los problemas. Las criptas del sur de Europa no se adaptaron bien a la humedad del norte, y se deterioraron rápidamente. Mientras en el sur de Europa estas construcciones veían cómo pasaban los siglos, en Bélgica hubo que cerrar las criptas por su mal estado. Concretamente la cripta de Namur se cerró a finales de los años 80 del S. XX.

Pese al deterioro la ciudad de Namur ha decidido conservar la cripta por su valor. Se ha llevado a cabo un estudio para catalogar todos sus elementos, desde las propias galerías hasta el singular edificio de entrada. Incluso se contempla restaurarla y volver a utilizarla como lugar de enterramiento.

Para visitarla es FUNDAMENTAL pedir permiso en el ayuntamiento. Por desgracia ha habido casos de "exploradores" que han preferido hacerlo a las bravas, y al parecer eso ha dañado un lugar tan delicado como éste, en el que no podemos perder de vista que están enterrados los seres queridos de alguien. En nuestro caso tenemos que dar las gracias al personal del ayuntamiento que hicieron todo lo posible por concedernos el permiso para poder entrar, y desde aquí les mandamos nuestro reconocimiento.

Ya en el cementerio, un trabajador nos llevó hasta la entrada de la cripta. El paseo que llega hasta ella está flanqueado por unos gingkos. En aquel momento conformaban un precioso paisaje otoñal.

   Descendimos a la cripta por la escalera de caracol, y allí nos enfrentamos a un escenario que pocas veces se ve.
 Primero exploramos las galerías laterales. Si con iluminación moderna son tétricas, cómo debieron ser a finales del S. XIX...

  Al final de una de las galerías encontramos el ataúd de traslado. Quién sabe cuántos difuntos habrán hecho su último viaje en él.
 Después ya nos dirigimos a la galería "principal". En ella los nichos siguen como se dejaron hace más de tres décadas, y el deterioro por la humedad ha convertido la cripta en un lugar digno de pesadilla. Los detalles son incontables, y nos transmiten tanto una sensación de inquietud como de tristeza. 






A nuestro sobrino, a mis padres bien amados...

 
 Después de pasar un largo rato en este lugar tan oscuro salimos de la cripta y visitamos el resto del cementerio, que también tiene una historia que contar. En él descansan muchos combatientes de las dos Guerras Mundiales.






  Una tumba que nos llamó mucho la atención fue una en la que las Parcas nos recuerdan lo que es la vida: un hilo nada más.
 Nos marchamos del cementerio sabiendo que hemos visto un lugar muy especial. No es una exploración cualquiera, y de aquí nos llevamos algo más que simples fotos. Y también queremos dar las gracias a los que nos acompañaron por el gran viaje que disfrutamos entre todos: ¡Gracias a Daphnée, Dani y Marc!

21 de septiembre de 2015

Azucareras de Aragón: Calatayud y Alagón

En este reportaje queremos recordar dos fábricas muy importantes para el panorama industrial zaragozano del S. XX: las azucareras de Calatayud y Alagón.


Nuestra primera parada es la Azucarera de Calatayud.


Es una de las dos azucareras que se construyeron en la ciudad entre 1899 y 1900, la otra siendo la Azucarera Labradora. En aquel momento se vio una gran oportunidad de negocio con la remolacha, por lo que se abrieron numerosas fábricas. Una de ellas es la de Alagón, que visitaremos después. En pocos años un mercado muy competitivo y saturado hizo que se creara la Sociedad General Azucarera de España. Con este organismo se reestructuró todo el sector obligando a sembrar menos remolacha y a integrar en esta sociedad a todas las azucareras. El resultado fue que en Aragón cerrasen dos azucareras: la del Rabal y la Labradora de Calatayud.

Nuestra visita es a la Azucarera de Calatayud, que sobrevivió a aquella época de cambios pero que hace mucho que fue abandonada. Poco se ha podido reconstruir de su historia, aparte de un hecho trágico que sucedió el 5 de diciembre de 1914, cuando el hijo del mecánico jefe falleció cuando se enganchó en la transmisión principal de la fábrica. Para cuando los obreros pudieron parar la maquinaria ya era demasiado tarde.

El otro detalle de su historia es que en 2006 fue declarada BIC, pero parece que eso no ha servido de mucho.

Nuestra visita comienza frente al edificio principal de la fábrica. Lo que más nos llama la atención es la enorme chimenea.



Curiosamente, se podía acceder al interior de la chimenea. Como muchas veces pasa con las viejas chimeneas abandonadas, ahora es el lugar perfecto para un gran nido de cigüeñas.




En el interior poco queda que nos dé cuenta de lo que allí se hacía. No quedan restos de maquinaria en la gran nave.






El bloque de oficinas nos resultó totalmente inaccesible, así que no pudimos hacer más que seguir nuestro camino hasta el siguiente punto de la ruta: Alagón.


Esta vez nos encontramos un conjunto mucho más grande. Fue creciendo con el tiempo a medida que se iban necesitando nuevos edificios, y su aspecto poco tiene que ver con la de Calatayud.

La Azucarera de Nuestra Señora de las Mercedes comenzó a funcionar en 1903, también durante esos años de gran expansión del negocio del azúcar. Sobrevivió a la crisis de 1904-1905, y siguió fabricando azúcar hasta 1975. En ese momento se desactivó buena parte de la fábrica, y sólo continuó la sección de estuchado, que se ocupaba de envasar el azúcan en diferentes formatos como sacos, paquetes, azucarillos, etc. Esta actividad duró hasta el cierre definitivo en 1993.

Desde su cierre ha quedado abandonada, y de hecho tuvo lugar un incendio en 2004 que pudo ser controlado. Seguía siendo propiedad de Ebro Puleva, hasta que el ayuntamiento compró los terrenos con intención de construir unas 800 viviendas en 2006 (en plena burbuja inmobiliaria), además de diversos equipamientos públicos en el resto de edificios. El proyecto encontró cierta oposición por parte de aquellos que defendían que la azucarera se conservase como el edificio singular que es, pero el principal problema era financiar tal proyecto. De esta manera la idea se abandonó y fue declarada como BIC al año siguiente, en 2007. Al igual que en Calatayud, esto no ha servido para conservar mejor esta pieza de patrimonio industrial.

El conjunto tiene un área total de casi 10 hectáreas (100.000 metros cuadrados), y se sitúa junto a las vías del tren. Sólo la nave principal tiene 13.000 metros cuadrados, lo que da una idea del tamaño de los edificios.

Nueestra visita comienza en la explanada exterior, donde quedan los resto del transformador es estilo neomudéjar.


El primer bloque en el que entramos todavía conserva parte de la maquinaria. Al contrario que en el resto de la azucarera, no hay mucho espacio y la mayor parte de las máquinas están sobre nuestras cabezas.






También encontramos una parte menos agobiante porque ya no hay tejado, aunque todavía siguen ahí las bocas de los hornos.





Después pasamos a la nave principal. No es habitual entrar en un edificio de más de una hectárea de superficie, y de hecho la sensación es casi como de estar en el exterior.





Después pasamos a la segunda parte de la nave principal, y es un lugar que nos impresionó. Primero por el mal estado del tejado y el peligro de desprendimientos, pero también por la cantidad de nidos de cigüeña en lugares imposibles.



Fijándonos un poco más en los nidos y desde una posición segura vimos que una de las cigüeñas había quedado enganchada en una cercha, algo que tampoco es habitual.


Después salimos de la nave principal para llegar hasta otra nave más pequeña. En ella todavía se conservan algunas columnas metálicas.




También pudimos tener otra vista del enorme exterior de la fábrica.


Nuestro siguiente destino fue el almacén. Es un edificio curioso, porque es una nave muy larga y estrecha. La estructura del tejado es de madera. Sin duda se trata de un edificio industrial singular, algo que merece la pena conservar.


La última parada fue una de las viviendas. Era muy habitual que las azucareras tuviesen un buen número de viviendas en su recinto, y ésta no es una excepción. Por desgracia el lugar había sido bastante vandalizado.



Con eso terminamos nuestra visita a estas dos azucareras. Nuestra impresión final es que son edificios que nos cuentan una parte importante de la historia del S. XX, y que quizá se hubieran podido conservar mejor. Actualmente sólo les queda resistir el paso del tiempo lo mejor que puedan.